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Diario YA


 

Ser catalán es la manera más difícil y hermosa de ser español

MANUEL PARRA CELAYA    Ser catalán es la manera más difícil y hermosa de ser español. Escuché la frase de labios de un buen amigo, a quien considero un maestro tanto por su dilatada experiencia de la vida como por su rico caudal de cultura, en general, y de conocimientos históricos y políticos, en particular.
    Escucharla fue una inspiración y una lección más. Y, como toda lección, una pasada a apuntes, debe ser contrastada, reposada y repasada, para esquematizarla conceptualmente y, sobre todo, ser asumida y personalizada.
    Así que, con permiso de mi buen amigo y sin ánimo de plagio, la transformo en glosas, a la manera de Eugenio d´Ors -su Maestro y el mío-, para hacerla aserto y consigna.
    Difícil porque siempre, con los otros, siempre entrarás en polémica entre lo espontáneo y lo difícil; y ruegas porque la polémica sea ejercicio civil y diálogo socrático.
    Difícil porque supone superar -y no borrar del corazón- los dulces sones de la gaita, y obligarte a que dejen escuchar con claridad las notas exactas y universales de la lira.
    Difícil porque se debe separar constantemente el trigo de la paja: las razones históricas y fundamentales de la catalanidad e intentar que se acerquen a ellas los que tienen, legítimamente, los sentimientos del catalanismo.
    Difícil porque es necesario releer las páginas escritas por los inteligentes y los eruditos y rechazar las emborronadas por la tendenciosidad del fanático.
    Difícil porque exige, en toda circunstancia, poner el seny por encima de la rauxa.
    Difícil porque obliga a distinguir los ecos necios y aprestar el oído a las voces prudentes,
    Hermosa porque en las cuatro barras -que también lo son de Aragón, de Valencia y de Baleares- se descubre el origen de la bandera de todos los españoles.
    Hermosa porque tienes dos lenguas al alcance para hablar de España, reconocerte en ella y amarla con voluntad de perfección.
    Hermosa porque supone una versión más elevada del patriotismo español, ese que no conoce el fácil patrioterismo.
    Hermosa porque ves en el corro de una sardana la mejor metáfora de la unidad entre las tierras y los hombres de España.
    Hermosa porque te impulsa a estar siempre en tensión hacia las estrellas, repudiando la espuria y solitaria sin brillo y añorando las de la corona de la Virgen de la Catedral de Estrasburgo.
    Hermosa porque es tu aportación personal -una de ellas, pero no la menor- a una tarea histórica de muchas generaciones, que has de legar en unidad y totalidad a tus descendientes.
    Hermosa porque te acerca a las aguas del Mare Nostrum, que te hablan de aventuras y empresas, no de fronteras, y te invitan a surcarlas para arribar a otros mares y continentes.
    Difícil y hermosa porque es una tarea de amor, y el amor -no el simple enamoramiento- siempre supone constancia y dificultad.
    Difícil y hermosa porque se trata de no cegar fuentes ni de dejarse arrastrar por los torrentes.
    Difícil y hermosa porque se necesita ser andarín y aventurero: conocer otros valles, otros cielos, otros paisajes y otros paisanajes, para descubrir en todos ellos la belleza, que nunca será contrapuesta sino complementaria a la de tu valle, tu cielo, tu paisaje familiar y tus paisanos, pues se aquilatará en el crisol de lo universal.
    Difícil y hermosa porque exige no renunciar a tu tierra -aunque se haya convertido en trinchera sin tu voluntad-, a tu origen y a tu acento, para enmarcarlos en el abrazo de todas las tierras, los orígenes y los acentos de España.
                                                            
 

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