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Diario YA


 

máxima atribuida al islamismo radical que ahora se agrupa bajo las banderas del DAESH

Los dos frentes: Os conquistaremos con vuestras leyes, os gobernaremos con las nuestras

Manuel Parra Celaya Os conquistaremos con vuestras leyes, os gobernaremos con las nuestras, dicen que es la máxima atribuida al islamismo radical que ahora se agrupa bajo las banderas del DAESH. De entrada, ya lo están procurando mediante las implacables leyes naturales de la demografía en Europa, y se espera que continúe esta paciente conquista en el ámbito político, conforme se vayan aplicando y ampliando las normas en cuanto a la concesión de la nacionalidad y al derecho a voto de los residentes en nuestras sociedades.

Está visto que la política de brazos abiertos y el papeles para todos no son más que quintacolumnas en esta guerra en la que Occidente lleva todas las de perder. De no cambiar las cosas, solo les cabe a las futuras generaciones buenas dosis de resignación, a riesgo de que quieran figurar en las listas negras de la progresía por intolerantes, xenófobos y otras cosas tan feas como estas. Poniéndonos en lo peor, quizás haya que incluir, entre estas actitudes resignadas, el velo para el elemento femenino de nuestra descendencia.

Pero a estos frentes de conquista, tan silenciosa como evidente, se une otro, ni tan paciente ni tan silencioso, que es la acción terrorista, calificada certeramente hace años por el escritor Pérez-Reverte como guerra santa o yihad (añadía el apelativo de imbéciles, por cierto, destinado a los que no daban cuenta). Este segundo frente no descansa, con el fin de mantener la intranquilidad, el desasosiego y el silencio de los corderos de los ciudadanos de nuestros lares. La última bestialidad de la vesania criminal en Manchester, sobre una masa en su mayoría infantil y juvenil, ha vuelto a poner sobre el tapete que, no solo las leyes demográficas y el Derecho positivo de factura neoliberal o socialdemócrata están coadyuvando a perder una guerra, sino que una estrategia de seguridad se pone constantemente en entredicho cada vez que un titular de telediario nos encoge el corazón con el anuncio de nuevos asesinatos por los fanáticos.

De entrada -y si las circunstancias lo permiten, cosa que no ha ocurrido ante las evidencias de la masacre de Manchester-, se pone en tela de juicio si se trata de un acto terrorista; a continuación, suele sacarse a colación el equilibrio psicológico del, siempre presunto, agresor; cuando, finalmente, no hay más remedio que reconocer que se trataba de terrorismo puro y duro y que el estado mental del sujeto venía determinado por las prédicas de imanes o por ya conocidos viajes a los lugares donde sienta sus reales el DAESH, al duelo social se unen los protocolarios mensajes de condolencia, los minutos de silencio (que seguro hacen titubear a los terroristas) o las afirmaciones, casi tartarinescas, de que nadie ni nada será capaz de destruir nuestros regímenes basados en la libertad, la democracia y la tolerancia. Se añade casi siempre que el terrorista tenía la nacionalidad inglesa, francés, belga, etc., lo que no es precisamente un mensaje muy tranquilizador que digamos.

Así es siempre, tanto si el malnacido de turno utiliza un camión para estrellarlo contra la multitud de un mercadillo navideño o lleva un automóvil contra unos turistas, o se inmola a sí mismo con su diabólico chaleco con tal de matar infieles y obtener un lugar de privilegio entre las huríes que les esperan en el paraíso.

En días sucesivos, también solemos enterarnos de que los terroristas (presuntos, claro) estaban ya fichados o vigilados estrechamente y de que, incluso, se habían dado órdenes de busca y captura contra ellos; finalmente, empiezan los registros, la detención de posibles cómplices y las críticas entre las Administraciones por no haber atinado a prever la catástrofe. En contraste, parece ser que los Cuerpos de Seguridad españoles no descansan y no imitan a sus colegas europeos en este rosario de insensateces y de contradicciones.

Si es así, mi agradecimiento como ciudadano y mi felicitación más entusiasta. Por lo menos, ellos están en una primera línea eficaz en el frente no silencioso y más brutal de la conquista. Lo malo es que los legisladores y políticos están a cargo del otro frente, del paciente y pacífico, el de la demografía, los derechos civiles y la tolerancia.

Etiquetas:yihadismo