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Diario YA


 

DE LAS ALEGRÍAS A LAS TRISTEZAS

También el Régimen actual, nacido en la Transición, fue recibido con muchas alegrías

Manuel Parra Celaya. Domingo, 14 de abril: fecha de la historia. Vayamos, de entrada, a un texto remoto, nada menos que de junio de 1934: “La revolución del 14 de abril parecía prometer, en cuanto a lo histórico, la devolución a España de un interés y de una empresa comunes (…). Y, después, en cuanto al fondo social, la revolución del 14 de abril trajo la incorporación de los socialistas a una obra de gobierno no exclusivamente proletaria (…); se matriculaban en un movimiento que tenía todo un aire nacional”. También el Régimen actual, nacido en la Transición, fue recibido con muchas alegrías; ya no surgió al compás de aquel brillante manifiesto a favor de una República de Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, sino con la mucho más sencilla  pero pegadiza musiquilla del Habla, pueblo, habla.

Los políticos de esta democracia coinciden en una suerte de existencialismo, amparada y supeditada a los intereses de partido o a los compromisos adquiridos con las fuerzas globalizadoras

EXISTENCIALISMO POLÍTICO

Manuel Parra Celaya. No nos engañemos: lo que está en juego en estos momentos no es una alternancia o turno de partidos en el poder ni una interpretación, más o menos fraudulenta, de la Constitución vigente, sino un debate abierto sobre la propia existencia de España, esa que niegan rotundamente los separatismos y que permanece como una nebulosa maleable en la mente de una parte de los españoles abducidos por los vaivenes ideológicos. Esta situación no es actual, sino que viene de lejos (es español el que no puede ser otra cosa, decía Cánovas socarronamente) y deja a la nación como un borrador inseguro cada cierto tiempo; el motivo es que esta mirada pierde de vista un aspecto fundamental: la esencia de España, que, en una justa interpretación, justifica aquella existencia controvertida para algunos. La razón estriba en que no nos adentramos en la metahistoria (sí en la historia para tergiversarla, cuando no se oculta y desconoce), ni la política -ese arte de lo posible- se fundamenta en la metapolítica.

Pedro Sánchez habrá triunfado en su felonía

ENTRE EL PRAGMATISMO Y LA VISCERALIDAD: amnistía=amnesia

Manuel Parra Celaya. El 14 de marzo de 2024, cuando se están escribiendo estas líneas, el Congreso de los Diputados da su voto afirmativo mayoritario a la Ley de Amnistía. Poco importará que el Senado, de mayoría popular, en una segunda votación, difiera su aprobación definitiva, pues sabemos de sobra que la ley saldrá adelante y será ratificada con la firma de Felipe VI, aunque el monarca se tape la nariz al hacerlo, imitando en esta actitud a muchísimos españoles que lo vienen haciendo en cada contienda electoral desde hace lustros. Esta amnistía -incluso puesta presuntamente en tela de juicio o sometida a trámites inánimes en el ámbito comunitario europeo- no solo borrará (amnistía=amnesia) las pequeñeces de un golpe de Estado en una nación constituida, las mangas y capirotes a una Constitución vigente, la malversación de fondos públicos a favor de la intentona y el terrorismo callejero de la particular kale borroka en Cataluña, sino que eliminará de un plumazo aquel famoso 3% y las posibilidades -remotas desde siempre- de sentar en el banquillo a la familia Pujol-Ferrusola.

Se produce, así, continuamente, un remolino de acusaciones y denuncias, que se puede sintetizar en la manida frase de y tú más

SIÉNTATE EN LA PUERTA DE TU CASA…

“…y verás pasar el cadáver de tu enemigo”, dice un antiquísimo proverbio chino. Y esto se va cumpliendo en la política española día tras día, y, en general, en la de muchas naciones de nuestro entorno cultural. Por mi parte, nunca he intentado escribir sobre la corrupción en las altas esferas, y ni siquiera en otras más bajas y cercanas, pues, como dice Chesterton, “en la mejor utopía, debo prever la caída moral de cualquier hombre de cualquier posición en cualquier momento”; y añade: “Y sobre todo mi caída de mi posición en este momento”, lo cual es un ejemplo y ejercicio de humildad, dada la fragilidad del ser humano.

LA URGENCIA DE UN REARME MORAL

Manuel Parra Celaya. A una inmensa mayoría de la sociedad española le ha impactado el asesinato (no incidente ni sencillo fallecimiento) de dos guardias civiles arrollados por una potente embarcación de narcotraficantes; pero, al punto  de acabar de redactar esta primera oración, se me ocurre que quizás debiera rectificar: haber escrito “a una inmensa minoría” -como dijo el poeta-, pues eso de las mayorías suena mucho a informes-Tezanos y, poco creyente en ellos, sospecho que lo que de verdad caracteriza a una gran parte de nuestra sociedad es, tristemente, la indiferencia. Ojalá esté equivocado.

UNA LECTURA HUMANA Y SOCIAL DE LA BIBLIA

Manuel Parra Celaya. Sin pretender sentar plaza de teólogo, pero sí de humilde cristiano de infantería, tengo la convicción, como creyente, de que los grandes hitos del devenir de la humanidad, tales como la Creación, la Encarnación, la Resurrección y la Redención nunca deben ser interpretados como hechos puramente históricos, válidos para un momento dado en los siglos, sino que son de un valor constante y permanente hasta el fin de la historia.

DE LO SUBLIME A LO RIDÍCULO

Manuel Parra Celaya. Hoy había empezado a escribir -llevaba medio folio garrapateado, como fijación o maldición-.sobre la situación política española, pero como el tema está manido ad nauseam y los lectores, y la mayoría de españoles pensantes, están al cabo de la calle y no quiero contribuir a la crispación, la musa que suele guiarme cada semana me ha llevado por otros derroteros. De este modo, empiezo con una referencia a los animalitos, a los seres irracionales por naturaleza, que es mucho más gratificante que tratar de esta política, según se mire. Confieso de antemano que soy un apasionado del mundo animal y, en ocasiones, llevo esta querencia hasta la exageración; en mis paseos y recorridos campestres y ciudadanos,  me empeño en acariciar a perros y gatos (siempre con anuencia del dueño, si está a la vista); en las vacaciones en el pueblo de mis amores, me acerco a todo bicho viviente. No tiene todo eso nada que ver con que, al ser un servidor omnívoro, le encanten los embutidos y el buen jamón salmantino, y jamás le hago ascos a un buen bisté en su punto; lejos, pues, de mis apetencias y modo de ser de cualquier forma de vegetarianismo o de veganismo, que está más de moda. Como se puede deducir, he abominado de la letra pequeña de la Agenda 2030 y de su trasfondo, tan edulcorado de demagogia y mala leche. 

la amnistía, lejos de ser una ley para la convivencia, lo es para la conveniencia del Presidente del Gobierno y su partido

CULPABLES, los españoles, indiferentes a la suerte que le pueda ocurrir a su patria

Manuel Parra Celaya. En medio del escándalo de corrupción del caso Koldo, el PSOE -y, con él, todo el II Frente Popular que nos desgobierna- ha lanzado las campanas al vuelo por el acuerdo alcanzado sobre la Ley de Amnistía; el Sr. Bolaños, incluso sin el menor rubor, se ha felicitado a sí mismo ante las cámaras de televisión por este importante logro que, políticamente, asegura la continuidad de Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo. No puedo menos que repasar en mi memoria y documentación otros momentos de la historia, preludio de la tragedia, cuando el I Frente Popular, hipotéticamente vencedor en las elecciones de febrero de 1936, indultó a quienes habían perpetrado un golpe de Estado separatista contra la legalidad republicana en octubre de 1934; también, en aquellos momentos, no hubo ningún arrepentimiento de los culpables, sino contumacia en el delito, con las consecuencias que todos sabemos.

No son contrapuestas, por supuesto, la gaita y la lira, siempre que la segunda no pretenda ahogar a la primera

LOS SONES INAUDIBLES DE LA LIRA

Manuel Parra Celaya. Todos los medios afines a la derecha se felicitan de forma apasionada, quizás no tanto por la revalidación de la mayoría absoluta del PP en los comicios gallegos como por la debacle del PSOE. Este entusiasmo es compartido, en mucha medida por todo el antisanchismo nacional, entresacando, incluso, más que apresuradas conclusiones sobre el efecto que podrán tener estos resultados a otra escala. No dejan de ser lógicos estos sentimientos, siempre que se tengan en cuenta los angostos y alicortos parámetros en que se mueve la política española.

Sahara, Palestina, Marruecos, Ucrania

El II Gobierno Frankenstein y sus campañas solidarias

Manuel Parra Celaya. Recuerdo que no hace tanto tiempo en que veíamos en nuestras ciudades pintadas solidarias en las paredes y convocatorias a conferencias, charlas informativas y coloquios a favor del Sahara y del Frente Polisario y en contra de los afanes anexionistas de Marruecos; bastó que el presidente Sánchez, sin comunicar ni siquiera al Rey su decisión (que algunos dicen producto de un chantaje) de virar radicalmente de simpatías y la posición de su gobierno en el conflicto, para que todos los actos y letreros callejeros desaparecieran como por ensalmo. Es decir, esa izquierda montaraz y reivindicativa de la independencia de un territorio y amiga de los saharauis abandonó sus campañas y prédicas en claro seguidismo de sus líderes y patrones; allá se las compusieran quienes malvivían en los campamentos de Tinduf o quienes guerreaban abiertamente para reclamar su independencia de la injerencia alauita.